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viernes, 6 de febrero de 2015

Arturo Perez-Reverte: Cabo Trafalgar

Amo a Arturo Perez-Reverte. Amo su prosa directa, sin florituras, dura y sin paliativos, como un puñetazo en la boca del estomago. Amo su mordacidad y agrio sentido del humor que desprende en sus columnas periodísticas y que a veces deslizan sus personajes soterradamente. Amo sus tramas misteriosas, que dejan en ridículo a cualquier best-seller danbrownesco del monton. Amo al Perez-Reverte del Club Dumas y el Maestro de esgrima, y digo todo esto sin vergüenza de ningún tipo: considero a Perez-Reverte un excelentisimo escritor, critico y creador...
Y sin embargo odio sobremanera toda su producción actual. La Piel del tambor me pareció un thrillerucho, la Carta esferica un mal chiste, y el Asedio... corramos un tupido velo sobre esa novela.

Cabo Trafalgar viene a ser, dentro de la producción de Perez-Reverte, una novela menor, un relato marinero centrado en la batalla naval que enfrento al ejercito español y francés contra el ejercito ingles en 1805. Y esta obra naval, en concreto, comete el mismo pecado que Julio Verne o Patrick O'Brian en Master and Commander (y lo escribo en ingles porque pronunciarlo bombea testosterona por cada capilar de mi cuerpo), y es el de empapar todo con jerga marinera tan rebuscada y tan detallista que abruma al lector. Se que este recurso es necesario para situar a los personajes en el barco, lugar donde se realiza la totalidad de la acción; conocer sus maniobras es importante para saber como se desarrolla la batalla y orientarse minimamente, e incluso el libro incluye al principio un mapa de un barco con todas sus partes; pero esto no deja de hacer la lectura tediosa y cuesta arriba. Hubo momentos mientras leía, que pensé en hacer un juego de beber: cada vez que se dijera jarcia, cabestrante o estai, lingotazo. Conforme avanzaba en la lectura me di cuenta de que el coma me mataría en la pagina 20. Y es que, ademas, hacer que tus marineros hablen como macarras de bareta no ayuda para nada a meterse en la historia. A muchos de ellos solo les falta llamarse el Richy o el Joshua para ser los canis de mi barrio.

Sin embargo, ignorando esto, tenemos una obra corta y medianamente ágil; los tramos de batalla se hacen especialmente intensos, hasta el punto de sumergirte en plena batalla y sentir que una esquirla te puede arrancar un brazo en cualquier momento. Es en estos momentos donde Perez-Reverte se desenvuelve increíblemente bien, haciendo participe al lector del frenetismo y la confusión de una batalla naval. Cuando finalmente acaba la novela y todo vuelve a la calma, el lector por fin puede soltar todo el aire contenido y relajarse.

El autor

Sinceramente, no recomendaría esta novela a nadie que no este ya medianamente familiarizado con novelas de alta mar del estilo Patrick O'Brian, y muchísimo menos se lo recomendaría a nadie que no tenga la suficiente paciencia como para irse paginas atrás y buscar en que parte del barco se encuentra tal aparejo o cual vela. Si esto no se te hace cuesta arriba, tendrás una buena novela de aventuras, que seguramente disfrutes incluso mas que yo. Por mi parte, no pienso leerla, y sigo esperando, en mi inocencia, el regreso del antiguo Perez-Reverte.
Aunque bueno, siempre nos quedaran sus artículos.

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