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martes, 3 de febrero de 2015

Emilia Pardo Bazan: La Sirena Negra

Portada del libro, muy impresionista
Creo que no me equivoco al afirmar que todos hemos estudiado en la ESO y bachillerato a Emilia Pardo Bazan; cuando hablábamos de naturalismo, nuestra mente (si aun recuerda algo de esa odiada asignatura) se desplaza a Clarin y su regenta, a Vicente Blasco Ibañez y sus magnificas obras ambientadas en las campiñas de mi levante natal, y a Doña Emilia, los pazos de Ulloa y otros cuadros de la sociedad gallega. Confieso que comencé a leer clásicos españoles muy recientemente, pues cuando estudiábamos en el instituto las obras realistas y naturalistas de la narrativa española, no me sentía muy atraído (ni yo, ni nadie, vamos) por esas tramas dramáticas, tan de la vida diaria, sin la aventura ni la emoción de otros autores como Verne, Stevenson, o Conan Doyle. Tras el éxito que tuve con Blasco Ibañez, lo quise intentar con Emilia Pardo Bazan, pero no lo hice con su obra cumbre, los pazos de Ulloa (demasiado mainstream para mi cuerpesito), si no con esta novela corta. 



La Sirena Negra nos cuenta la historia de un dandy español con una filosofía de vida muy de fin de siecle: poeta de la vida, pesimista, cínico, desligado de la sociedad y muy poco convencional. Su obsesión con la muerte le lleva a conocer a una joven madre tísica de la que, a su muerte, se convierte en el padre de su hijo, al que querrá como si fuera suyo en recuerdo de su madre y para demostrar el triunfo de todos sus ideales. 


La temática de esta novela la alejan bastante del naturalismo borrico que manejaba en los pazos de Ulloa y, como ella, la mayoría de sus contemporáneos. Aquí vemos un acercamiento, tímido, hacia el simbolismo y modernismo. Como he dicho antes, nuestro narrador es una clásica figura simbolista, y salpica su narración constantemente de reflexiones y meditaciones sobre la muerte y su llamada (la sirena negra), de la estrechez de miras de la sociedad española, del espiritismo, auras, fantasmas y el arte. El estilo es un delicia, Emilia Pardo Bazan maneja el lenguaje que da puro placer leerla, saltar las paginas y dejarse llevar completamente, aunque a veces se nos escapen alguna que otra reflexión. Sin embargo, la trama no da para tanto, mejor dicho, la trama no da para casi nada. Las meditaciones constantes ayudan, pero terminan cansando en cierto punto de la novela, y para cuando ya llega el conflicto y la acción, la autora nos ha perdido en divagaciones y divagaciones. En ese aspecto me recuerda a Henry James, salvando las diferencias estilisticas, que este, para un servidor, son infumables, en cuyas tramas la acción gira en torno a reflexiones en una historia con mínima acción. 


No me arrepiento en haber leído este libro, me ha descubierto a una autora fantástica y un lado suyo desconocido que destaca de entre toda su producción. Si te gusta la literatura hispánica de finales de siglo, la disfrutaras, pero sobre todo, si disfrutas de manifiestos decadentistas a lo Hyusmans, te gustara aun mas.

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