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martes, 3 de marzo de 2015

Roberto Arlt: Los siete locos

Dentro de las letras hispano-americanas, la figura de Roberto Arlt pasa casi desapercibida. Recuerdo que en las ultimas clases de literatura en Bachillerato, este autor no era mas que un pie de pagina, con una tímida mención a su obra El juguete rabioso, y el calificativo de pionero del realismo "mágico" para nada merecido; porque su obra ni es realismo mágico, ni es realismo en el sentido literario de la palabra: es una cosa muy rara, al igual que su autor. Roberto Arlt era un porteño de pura cepa, hijo de padres inmigrantes y periodista, escritor, cuentista, dramaturgo, e inventor: un MacGyver de la literatura. Con estilo de desenfadado y mucha mala uva describió una esperpentica Argentina de los años treinta, poblada por picaros, tramposos, truhanes y bichos raros. Los siete locos, es la mejor muestra de este estilo, de esta temática y de estos pintorescos personajes.

Los siete locos cuenta la historia de Remo Erdosain, un perdedor, fracasado, casi un vagabundo, que por rabia y desesperación se une a una sociedad secreta de tintes anarquistas liderada por la augusta figura del Astrólogo. El objetivo de esta organización es hacer que triunfe la revolución, su revolución, crear una Argentina nueva y poderosa, pero para ello necesitan financiación y la ayuda de un hombre miserable que no tenga nada que perder.

Toda la historia de la novela recuerda a un Club de la lucha de telenovela y con una mala ostia que deja a Fyncher como un niño de teta, o una monja de clausura; y esto se nota solo con ver a sus personajes. Erdosain (que recuerda al propio autor pero mas exagerado) es un hombre miserable, pobre, que trata de ganarse la vida como inventor pero que por su desidia no consigue sacar adelante su proyecto, la rosa de cobre, que es... básicamente una chapa de hojalata en forma de rosa. Es un hombre que se abandona constantemente a monólogos interiores de un pesimismo doloroso: la falta de sentido en la vida, la soledad, la abulia existencial. Diría que recuerda a un personaje de Dovstoyeski, pero no he tenido el gusto de leer su obra, así que me abstengo de comparaciones existencialistas. Pero si hay una figura que destaque y que personalmente adoro es la del Astrólogo. No puedo si no imaginarlo como un Tyler Durdeen, pero aun mas cínico, aun mas cruel y, sin duda, muchísimo mas feo (para que nos vamos a engañar, Brad Pitt es Brad Pitt); esta tan aburrido de la sociedad que planea destruirla hasta los cimientos y formar su propia utopía comuno-anarquista, y para conseguirlo no le importa manipular a la primera piltrafa lo suficientemente desesperada como para dejarse utilizar: es un verdadero titiritero. Los demás personajes son igual de pintorescos, de un realismo deformado de orinales y gargajos, todos son sucios, todos son crueles, todos son extraños en el peor sentido de la palabra, y todos, absolutamente todos están aburridos de la sociedad que los aliena.

Esta arenga es capitalismo de postín en comparación con el Astrólogo


El sentimiento que deja en uno la lectura es de una desesperanza angustiosa. Todo el pesimismo que exuda la novela, unido a su falta de escrúpulos y al estilo contundente, metafóricamente incorrecto y desestructurado, de monologos de filosofo callejero, hace que se nos haga un nudo en el estomago. Cuando conseguí acabar la historia y su secuela, Los lanzallamas, termine con muy mal cuerpo, y con una abulia muy similar a la de Endorsain. Es bien cierto que la novela no es un prodigio del estilo, y hay partes que se notan están escritas atropelladamente, pero unido este estilo torpe a la trama existencial transmite mucho mas que si hubiera tenido la prosa modernista de un Ruben Dario; porque somatiza en el lector cada una de las reflexiones, ninguna de ellas apropiadas para el correcto desarrollo personal, garantizado.

Me río en tu cara, Dario

No recomiendo esta lectura a cualquiera pues es difícil, esta poblada de monólogos que pueden hacerse pesados; tampoco se la recomiendo a los espíritus sensibles, pues es lo suficientemente dura como para obligarte a cerrar el libro y mirar las ventanas con otros ojos. No obstante, si te gustan las tramas surrealistas, los personajes exagerados y crueles, o tienes un sentido de la vida muy ácido, leetela, tanto esta como su secuela, dudo que te deje indiferente.

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